Un elemento clave en la trama de la novela «La Aldea Roja» son las curripas. Sin embargo, este elemento puede ser desconocido para muchas personas, y aunque en el libro explico brevemente cómo son y para que servían, no estará de más dedicarles un post para profundizar más en la información.
El uso que se le daba a las curripas (también llamadas ouriceiras), e incluso su forma, podían variar de un punto geográfico a otro, de una localidad a otra. Teniendo en cuenta que «La Aldea Roja» está ambientada en una aldea imaginaria de A Capela, en la provincia de A Coruña, centraré en esta localidad su descripción.
Las curripas son construcciones circulares o elípticas, de aproximadamente un metro de diámetro (aunque el tamaño puede variar de una zona del bosque a otra) hechas con piedras, de una altura aproximada de unos 30-40 cm, y con una puerta hecha con tablas de madera.
Antiguamente, las ramas de los castaños se sacudían con palos largos y delgados para hacer caer las castañas que, como sabéis, se encuentran dentro de unas bolas espinosas llamadas erizos. Los erizos abiertos permiten extraer con relativa facilidad el fruto (la castaña). Para ayudarse en esta tarea antiguamente se utilizaban unas pinzas de madera de roble comúnmente denominadas colledoiras. Sin embargo, muchos de esos erizos caían cerrados, casi siempre por falta de madurez. Como en muchos bosques el terreno es muy empinado, no se podía acceder con carros para transportar los erizos para las casas, así que los que estaban cerrados se cogían con las pinzas y se almacenaban en las curripas, que una vez llenas se cubrían con hojas, helechos y ramas, para que fueran secando y madurando sin temor a ser devoradas por los animales.
Pasados entre veinte y treinta días se retiraba la cubierta de la curripa y se sacaban los erizos para extraer las castañas, que se llevaban en sacos para las casas.
Se dice que con el tiempo dejaron de utilizarse debido al sabor desagradable que cogían las castañas que habían madurado en la curripa comparado con el de las castañas maduradas en el árbol.
En la fotografía que ilustra este artículo se puede ver una curripa que se encuentra en el Parque Etnográfico do Sesín, de recomendable visita, en el que además se pueden contemplar molinos y un puente romano.